sábado, 24 de outubro de 2009

El resplandor de la luna.


La luna ha fascinado a la humanidad a través de los tiempos. Mediante la simple observación con el ojo desnudo, uno puede distinguir dos grandes tipos de terrenos: las mesetas relativamente brillantes y las llanuras más oscuras. Se ha sabido también durante más de un siglo que la Luna es menos densa que la Tierra. Aunque se han averiguado muchas cosas sobre la Luna antes de la edad espacial, esta nueva era ha revelado muchos secretos dificilmente imaginables antes de esta época.

El conocimiento actual de la Luna es mayor que el del resto de los objetos del Sistema Solar exceptuando la Tierra. Esto conduce a una mayor comprensión de los procesos geológicos y una mejor apreciación de la complejidad de los planetas terrestres.

Para eso les escribo un poema que me agrado y la verdad refleja los sentimientos del autor:

Hoy la luna llena el cielo como una hogaza dorada de pan. Yo la miro en silencio desde un rincón oscuro de la noche. Le pido que me hable, que me envíe algún signo, que me llene con su fuerza. Sin saber por qué lo hago le envío un beso. A su lado las estrellas parpadean lejanas. La luna me recuerda que la vida se teje con los hilos de plata de los sueños y por momento me siento como un niño jugando a jugar con sus hebras. ¿Será que hoy la luna me recuerda las palabras que un día me dijiste, cuando una noche robábamos estrellas? Hoy la luna me recuerda tus ojos llenando mi alma de esperanza. En sus ojos de plata he visto dibujarse tu sonrisa.
Una pequeña reflexión:

Te fuiste. Mucho tiempo esperándote. Y no vuelves. Te echo de menos y sé que tú a mí también.
Me hiciste daño y a ello recurro para olvidarte. Pero no puedo. Los buenos momentos atacan a mi mente bloqueando mi razón y ya no recuerdo por qué te fuiste. Muchos amantes he tenido desde entonces, pero a ninguno he amado como a ti y ninguno me amó como tú lo hiciste.
No alcanzo a comprender qué te retiene, qué te hace estar lejos de mí. Me confiesas que aún me amas, que nunca has amado a nadie como a mí y que eres infeliz. Pero no vuelves.

Tu ausencia es mi desesperación. Bloqueado mi sentido del tiempo paso las horas esperando que vuelvas, que termine este paréntesis y todo vuelva a ser como antes.
Mientras tanto de todo me contengo y no vivo por esperar vivirlo contigo. Sé que hago mal porque quizá nunca vuelvas. Los dos tenemos que romper corazones amados para volver a estar juntos. Entre tanto te doy mis sueños y mis noches de luna llena.








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